Ahora que se acerca ya el fin de un ciclo, el fin de año, es hora de hacer un resumen de cómo inicié al año. Mi abuelo siempre me dice que de la manera que empiezas el año, vives el resto de año, y sin duda la entrada al 2018 fue entre arte y moda, como lo ha sido éste año,en una ciudad gris pero tremendamente inspiradora como lo es MILAN. Llega el fin de un ciclo que ha sido intenso laboralmente y el año en el que he vuelto a escribir. De veras que me gustaría recuperar todos mis escritos de antaño, pero que por cambios de ordenador y pérdidas han hecho que no haya guardado todos aquellos textos, ni siquiera conservo alguna copia del fotolog que escribía por aquel año de 2005….Fotolog, son palabras mayores, cómo ha cambiado todo desde aquella época de los famosos fotologs, que tanto me gustaban, así que como nunca es tarde para hacerlo, sí, he vuelto a escribir, pese al tiempo que ello implica, porque al fin y al cabo con 30 años todos tenemos nuestros trabajos y obligaciones, pero éste pequeño rincón me reconforta. Y además conozco a gente maravillosa por el camino.
Pues como os contaba, 2018 empezó en Milán, con mi bestie, mi amiga desde los dos añitos de edad, Inma, aunque todos la conoceréis como Mi vida en rojo. Una de las expos con las que más pudimos disfrutar en Milán fue la de “Revolution”.
Un viaje por las revoluciones sociólogicas que se vivieron desde los Beatles hasta los tiempos de Woodstock.
Os conté en otro artículo que me hubiera encantado vivir en la época del London más sixties, pero es que lo de Woodstock no tiene nombre. Si pudiera cumplir un deseo de esos dignos de pedirle al mismísimo “Aladin” sería ver por un agujerito un fragmento de los conciertazos que en Woodstock se vivieron. O imaginaros el concierto de Bob Dylan en el que salió con dos narices con su nueva guitarra eléctrica, concretamente una Fender Stratocaster, dejando a un lado aquellos temas más folkies para venirse arriba con algunos más rock con su guitarra eléctrica. Y acompañado de un grupo. Y no precisamente de Joan Baez. A los más puristas no les gustó la idea, de hecho se tuvo que ir del escenario abucheado por aquellas masas enfurecidas que no entendieron que su ídolo no saliera ataviado con su harmónica como siempre, pero ahora que lo vemos desde nuestra época fue una declaración de intenciones en toda regla.
La expo fue un viaje musical por la época de los 60 y 70, los cambios que sufrió la sociedad contados a través de grupos, a través de la moda, la literatura, el diseño y a través de influencers de la época como Vidal Sasoon o la creadora de la mini falda. Mary Quantt. En el recorrido pudimos disfrutar con más de 500 fragmentos y textos de filósofos de aquella generación, incluso de los trajes míticos de la época y portadas de discazos. Todo ésto aderezado con las mejores canciones de Pink Floyd, The Who, Jimi Hendrix, Sam Cook y por supuesto Los Beatles.
El 2019 si todo va bien lo iniciaré en París, así que os prometo otro artículo musical sobre la ciudad del amor. Con deciros que ya me estoy revisionando todas las pelis de Godard y Truffaut ya os podéis imaginar….